domingo, 10 de agosto de 2008

UN BUEN ARTÍCULO PARA LEER ...

Una educación para formar “sujetos éticos”
SILVINA ALONSO
Argentina
En una entrevista con la RIE, el intelectual francés Jean-Claude
Filloux –figura destacada en el campo de las Ciencias de la
Educación– desarrolla su propuesta de educar para la ética; afirma
que es necesaria una formación clínica de los docentes y resalta el
aporte que puede brindar el Psicoanálisis para enfrentar el
problema de la violencia en las aulas.
Foto UNTREF
El abordaje de los problemas éticos en las Ciencias Humanas y particularmente en el ámbito de la
Educación ha venido ocupando el centro del trabajo intelectual y académico de Jean-Claude Filloux, experto
en Pedagogía, Psicología y Sociología, y profesor emérito de la Universidad de París X, Nanterre. “Hay que
apuntar a crear en los jóvenes una especie de deseo de ética”, sostiene.
Remarca que este tipo de debates está cobrando mayor actualidad en diversos campos como la
Bioética, la Medicina o, incluso, la Política Internacional con decisiones que adoptan los gobernantes que
ponen en jaque el mantenimiento de la paz para las futuras generaciones. Y advierte que esto trasciende la
moral de la sociedad porque en estos casos entran en juego finalmente las elecciones personales.
Filloux desarrolla este planteamiento en su último libro: “Epistemología, Ética y Ciencias de la
Educación”, y se explaya sobre el mismo en esta entrevista concedida a la Revista Iberoamericana de
Educación durante su reciente paso por Buenos Aires, donde dictó una conferencia organizada por la
Universidad Nacional de Tres de Febrero.
―RIE: ¿Es posible educar en la ética?
―JCF: Vemos que actualmente el mundo se está enfrentando con la pregunta sobre los mandatos
morales, que difieren según los países. En los países musulmanes no son los mismos que en los países
africanos, por ejemplo, o que en los países democráticos europeos. Hay distintas morales, pero más allá de
estas morales existe la cuestión de saber qué significado van a dar a la vida los individuos y las sociedades.
Silvina Alonso
Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653)
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Definimos a la Ética como el deseo de dar un sentido a la vida futura de uno mismo y de los otros.
Existe en (la Declaración de) los Derechos Humanos una mención sobre los derechos de las generaciones
futuras, sobre cómo hacer para que las generaciones futuras puedan vivir correctamente y sobre qué
significa vivir correctamente.
Hay un trabajo que realizamos con un grupo integrado por educadores, psicoanalistas y sociólogos
sobre la cuestión de si es posible ir hacia una educación ética. Y qué sería una educación ética, sabiendo
que no tenemos una ética con E mayúscula, sino que hay varias éticas dependiendo de las profesiones e,
inclusive, dependiendo del sexo, de si uno es mujer u hombre. Todo esto va a cambiar la ética.
En mis conferencias, lo que yo intento decir es que la ética es algo que involucra en primer término a
los individuos, que yo llamo Sujetos éticos. No soy yo quien denominó esta categoría, sino que en la
actualidad en Francia tenemos muchos autores que se interesan por este tema. Por ejemplo, cito el libro “El
deseo de ética”, de Patrick Guyomard, para analizar el hecho de que hace falta incrementar en los sujetos
este deseo de ética que está latente, o más o menos latente, en cada uno de nosotros cuando nos
encontramos en situaciones humanas difíciles, que requieren de un trabajo sobre uno mismo. Pienso
también en los libros “La superioridad de la ética” , de Paul Audi, “La coartada ética” o “Enseñar la ética”.
No trato de responder a la pregunta de cómo enseñar la ética porque no se trata de enseñar una
Ética universal. El error de los derechos humanos es pretender traducirse en una educación universal; eso es
una equivocación porque todo depende primero de la situación.
Entonces, una educación ética es una educación para transformarse en un sujeto ético. Que
también apunta a crear en los jóvenes una especie de deseo de ética, y más que todo a lograr que hagan
un análisis de las situaciones en las que están, no tanto en términos de Bien y Mal, sino en términos de
elaboración de un sentido para su propia vida y la vida de sus semejantes.
―RIE: Pero, frente a esta multiplicidad de éticas, ¿cómo podrán abordar la cuestión los docentes o
incluso los propios gobiernos en la implementación de sus sistemas educativos?
―JCF: Es una pregunta que tenemos que hacerle a los investigadores en Ciencias Humanas, a los
formadores en Educación, para que justamente ellos implementen maneras de cumplir con esta misión.
Por supuesto, eso plantea dos problemas. En primer término, el problema de cómo puede funcionar
esta educación ética. Sabemos más o menos cómo implementar una educación para los derechos
humanos. En Francia, a medida que se avanza en el sistema educativo, tenemos la “formación cívica”, que
incorpora la relación con el Estado y cómo éste funciona; la “educación moral”, es decir ‘no hay que robar’,
‘hay que portarse bien’, etcétera, y que inculca también educación sobre los derechos de los otros. La
UNESCO elaboró varias obras sobre cómo enseñar los derechos humanos. Esto ya es algo banal.
Lo que no es banal es enseñar este trabajo sobre uno mismo, que a veces pone en juego el sentido
que le damos a la vida y el sentido que los otros le dan a su propia vida.
Entonces, ¿cómo formar sujetos éticos? Personalmente, propongo algunos interrogantes: ¿Cómo
formar para la ética a jóvenes que muchas veces están rodeados de violencia y crímenes, jóvenes que son
Una educación para formar “sujetos éticos”
Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653)
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denunciados por sus docentes y que a veces sienten odio hacia sus maestros? ¿Cómo hacer para que esos
jóvenes analicen la mentalidad que tienen e inclusive que logren salir de esa postura?
Se plantea un problema de formación de los docentes para que ellos, a su vez, sean sujetos éticos,
para que sean conscientes de los problemas éticos en general en el mundo, a su alrededor y en ellos
mismos también. Y, con esta condición, estos docentes van a poder formar a otros para que se transformen
en un sujeto de ética, para que puedan, también los alumnos, plantearse problemas éticos en su relación
con sus pares y con los otros profesores. (Esta formación debe desarrollarse) sabiendo, a la vez, que
cualquier individuo tiene en sí mismo lo que Freud llamaba Eros y Tánatos, o sea, fuerzas vitales y fuerzas de
muerte. Y que cualquier hombre tiene en sí mismo una crueldad fundamental. Y teniendo en cuenta,
también, el hecho de que en el amor, hay crueldad.
―RIE: ¿Cómo puede el docente enfrentar el problema de la violencia en la escuela, un fenómeno
que está presente en varios países de América Latina, muchas veces enmarcado por situaciones socioeconómicas
adversas?
―JCF: Esto se aplica también a Francia. En los suburbios de París, tenemos jóvenes que son muy
violentos unos con los otros y que también son muy violentos con los adultos. Estos chicos plantean graves
problemas de educación.
Hay problemas económicos que pueden ser resueltos por medio de la democracia y del Estado, si
éste quiere desempeñar su papel… No podemos cambiar esto enseguida. Es un hecho que tendría que
haber menos pobres, la gente tendría que recibir más educación, mejores sueldos, etc., en un Estado
que permita superar lo que Durkheim llamaba la “violencia bárbara”.
La escuela puede poco frente a eso, pero algo puede hacer. Me van a decir: ¿cómo los docentes
van a poder contrarrestar esta violencia, inclusive a veces contra ellos?, ¿cómo pueden analizar lo que
ocurre a nivel violencia entre los chicos, a los que ellos tienen que enseñar? Acá estamos llegando al fondo
del problema, que es la capacitación de los docentes.
(Se necesita) una formación psicosociológica para lo que pueda ocurrir en el aula. También una
formación clínica, como para que los docentes tengan una ayuda para analizar lo que ocurre en ellos
mismos y en los alumnos. Y esto no es algo que se practique normalmente.
Esta formación utiliza muchas veces, en la actualidad, las investigaciones que provienen del
Psicoanálisis. Antes de que empiecen a enseñar y también durante su tiempo de enseñanza, cuando están
frente a los problemas (a los educadores) hay que ayudarles a reflexionar y hay que darles elementos de
saber para entender lo que está ocurriendo.
En un momento, en Inglaterra, los docentes que querían integraban grupos para pensar juntos en
sus problemas en las aulas y en las escuelas. Se hacía con la ayuda de un psicoanalista o un psicólogo. Éste
analizaba lo que ocurría entre estos docentes y les ayudaba a entender lo que ocurría en sus aulas y
también en ellos mismos, porque muchas veces esto pasaba a un nivel muy subconsciente. Hay un libro que
fue publicado en Francia que se llama “El inconsciente en el aula”: (se refiere) al inconsciente del docente, y
también del alumno.
Silvina Alonso
Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653)
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O sea, lo que quiero decir es que una formación clínica, que use las investigaciones clínicas y sus
resultados, es algo muy importante para ayudar a los docentes a controlar, a dominar lo que en
Psicoanálisis llamamos el hecho de que ellos sean el objeto de la transferencia por parte de los alumnos y el
hecho de que muchas veces consideren a los alumnos en relación con una contratransferencia.
En este sentido, en un libro que escribió un discípulo de Freud, publicado hace tiempo, que se llama
“Sísifo y la educación” se habla de un educador que se muestra frente a dos niños: el niño real y el niño que
él ha sido y que tiene en sí mismo, que muchas veces idealizó y que proyecta sobre el niño real.
Estamos a favor de una formación clínica de los docentes tratando de iniciarlos, por ejemplo, en la
transferencia que ocurre en el sentido psicoanalítico del término entre el docente y el alumno. Creo realmente
que una educación para la ética tiene que pasar por una educación clínica que utilice los datos de los
psicosociólogos y de los psicoanalistas.